jueves, 21 de febrero de 2008

El Hospicio de Niñas Huérfanas (1749)


“Socorre enseñando: el Hospicio de Niñas Huérfanas”.

(Publicado en en el suplemento cultural CRT de Diario de Jerez. 11/11/2006. p. 22.)


Esta es una institución que por sus propios fines, por su centenaria vida y por su relevante presencia dentro del panorama educativo local merece unas líneas en esta página.
Partiendo de la máxima de que la forma de caridad “más aventajada” era aquella que unía la vida contemplativa con la vida activa, el célebre canónigo e historiador Francisco de Mesa Xinete (1702-1775) pondrá en marcha una institución que, tomando el modelo organizativo de los beaterios, pero cambiando sus fines por los de la obra educativa-evangelizadora de la Compañía de María, tendrá por objetivo erradicar los perjuicios que a “Dios, al Rey y al Publico” generaba las niñas desvalidas. Una problemática socio-religiosa, según Mesa, agudizada en una ciudad de latifundios como Jerez, donde en épocas de escasez de trabajo se generaba un enorme número de jornaleros que agrandaban - ellos y sus familias- el de pobres.
Las beatas asistirán a la instrucción moral, intelectual y laboral –enseñanzas textiles- de las niñas, desamparadas o no, de nuestra ciudad. Se trataba, en definitiva, como ya propugnará Vives allá por el siglo XVI, de redimir al pobre a través de la educación y el trabajo; una concepción acerca del socorro al pobre que los sectores ilustrados se disponían a implantar en nuestro país en aquellos momentos, pero que no cuajará definitivamente hasta las últimas décadas del siglo. Queda, por consiguiente, manifiesto el carácter pionero e innovador de esta iniciativa que emprenderá su andadura, el 10 de febrero de 1749, gracias a la donación, por parte de Mesa, de dos casas en la calle Armas y de una serie de enseres, reunidos gracias a la ayuda de distintos bienhechores.
Como obra piadosa, el superior absoluto del hospicio-beaterio será el Arzobispado, no obstante, Mesa entendía -al igual que los ilustrados- que el poder público no podía ser ajeno a esta asistencia social, por ello nombrará por patrona de la institución a la Ciudad y a su Procurador Mayor como uno de sus seis directores. Sin embargo, la incapacidad de esta junta de directores para hacer frente al sostén económico del hospicio causará su delegación en el fundador y, por ende, en sus sucesores. Hasta su muerte, el abnegado Mesa luchará tenazmente por no ver desaparecer su obra ante el corto auxilio de la sobrecargada caridad jerezana y ante el naufragio de todos los intentos para dotarlo con unas rentas fijas.
La necesidad extrema por la que pasaba el hospicio en el año 1781 hará que el canónigo Juan Antonio de Soto, a quien Mesa nombró como su sucesor al frente de la institución, solicite al Rey una limosna de 100 fanegas de trigo de las “tercias reales” del diezmo eclesiástico. La insostenible situación descrita por Soto, que no era nueva, nos va a permitir adentrarnos en la intrahistoria de este establecimiento benéfico. Así pues, en aquel momento el hospicio mantenía a 45 niñas, de las cuales cuatro eran pupilas que se educaban por iniciativa propia dentro de él, dando real y medio diario para su sustento. Seis beatas servían como maestras: tres que con dificultad atendían del orden de 70 a 120 alumnas en la Amiga, y las otras tres para la enseñanza de las huérfanas; dos eran demandantas que con dos niñas pequeñas salían a pedir limosna. Por último, se mantenía también al mozo y la bestia para el transporte continuo de agua y leña “para el mucho consumo de la Amiga y la casa”. El régimen de comidas es también descrito. Este consistía en un “desayuno por la mañana de lo que buenamente ofrece el tiempo, al medio día se les da una olla con tocino y berzas, salvo si alguna vez los sres. Diputados de carnicería, o otra persona devota les envía por Dios alguna poca de carne fresca, y a la noche se les da una ensalada cruda, y unas sopas o yerbas cocidas”. A pesar de que no desdeñaban cualquier tipo de harina para elaborar el pan, se gastaba anualmente 150 fanegas de trigo. La manutención, requería al año, aparte de las 150 fanegas, más de 2000 ducados, gasto al que se le sumaba el ocasionado por el vestuario y la cura de las huérfanas, pues “rara vez está la enfermería vacía”. Desde 1775, habían pasado por hospicio 305 niñas -la falta de renta impedía admitir a más- de las cuales, 13 salieron para casarse y alguna para servir en “casa muy conocida”. La deuda del hospicio desde aquel año alcanzó los 18329 reales, sufragados por el propio Soto, débito, “que para un particular con una renta moderada es demasiado y no se puede soportar”, y añadía que una obra tan “visiblemente útil” debía estar resguardada por “grandes caudales, o por un Rey o una Ciudad”, y no por particular como él. Esto se conseguirá años después cuando el rey conceda, como había reclamado incasablemente Mesa sin conseguirlo, una limosna de 150 fanegas de trigo anuales del Pósito de la Ciudad.

Fuentes:
Archivo Histórico Municipal de Jerez de la Frontera. Actas Capitulares, año 1781, ff.. 332;  AC. año 1793, doc. 123.
Archivo Histórico Municipal de la Jerez de la Frontera. Sección Archivo Histórico Reservado, Caja 12, Número 3.
Biblioteca Minicipal Central de Jerez de la Frontera. Sección manuscritos. ms. 126.

No hay comentarios: