sábado, 6 de septiembre de 2008

El vino de Jerez y Japón





Aprovechando que nos encontramos en puertas de las fiestas de la vendimia, nos salimos del tema fundamental de este blog y traemos aquí un pequeño articulito que publicamos hace algunos años (Diario de Jerez, 22 de diciembre de 2004) en torno a las primeras noticias sobre la "exportación" de vino de Jerez a Japón.














Hace unas semanas leímos la noticia del enorme éxito que nuestros caldos están cosechando en los mercados del extremo oriente. Pero esta no es la primera vez que los nipones se rinden ante el vino de Jerez, pues ya a principios del siglo XVII el explorador onubense Sebastián Vizcaíno, al igual que lo hiciese anteriormente san Francisco Javier, tomó buena nota del gusto y la largueza de pueblo japonés por el buen beber.


Vizcaíno, pieza más de la infructuosa política de acercamiento religioso, político y comercial que la gobernación de Filipinas estaba manteniendo desde fines del XVI con Japón, deja en la crónica de su embajada diplomática por aquellas tierras (transcrita por Juan Gil en su libro “Hidalgos y Samuráis”) perlas como estas:


 (a los japoneses) “les gusta empinar el codo, y aún emborracharse: un buen vino de Jerez sería allí el mejor misionero de la fe cristiana”;

a este genero (el beber) se inclinan más que flamencos”; 

“que demás del auxilio y gracia que Ntro. Señor ha de hacer a esta gente para que reciba su santo evangelio, tengo por buen alcahuete para ellos a Xerez”;


o que un príncipe japonés agasajado por los españoles “a las cosas del comer se inclinó poco y al del Xerez mucho”. 






Con estos precedentes, el futuro para nuestro vino en el país del sol naciente, truncado en aquella ocasión por la política de aislamiento de la dinastía Tokugawa, se presenta esperanzador.


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