miércoles, 3 de febrero de 2016

CALLE POR-VERA VS. CALLE DE LA POLVERA

Desde que comenzamos a investigar los viejos legajos y documentos del Archivo Municipal de Jerez, siempre nos llamó la atención la insistente presencia en ellos de la actual calle Por-vera escrita como "calle de la Polvera". Un nombre que me hacía cuestionar la capacidad gramatical de los escribanos de Jerez, el habla jerezana y, cuando menos, la "tradición" universalmente aceptada en el Jerez de nuestros días de que el nombre de esta principal calle jerezana provenía de su discurrir por la "vera de la muralla". El tiempo (entre legajos) y un poco de suerte todo lo acaba desvelando, como sucedió con la dichosa Polvera.


Esta investigación la publicamos como TRIBUNA LIBRE en el Diario de Jerez el 27 de febrero del 2013 y lleva por título:

La fantasía impugnada por los documentos. Del Rincón Malillo a la Por-Vera, un bello recorrido históricamente anecdótico.




LA nomenclatura de las calles del casco histórico jerezano se remonta, en la mayoría de los casos, a los primeros momentos de la configuración de la ciudad medieval cristiana y a la expansión urbana de los siglos XV y XVI. Una familia o una persona, una actividad económica, un accidente geográfico, un suceso o un edificio significativo se encuentran detrás de muchos de estos nombres, nombres que aún permanecen como algo indeleble de nuestro día a día. Sin embargo, desvanecido de la memoria colectiva, con el correr de los años, aquello que les dio nombre, tratar de dilucidar el porqué de esta nomenclatura no es siempre tarea sencilla. 

Como bien demostró el archivero municipal Agustín Muñoz y Gómez en su imprescindible obra sobre las calles y plazas de Jerez, el documento es la luz que ayuda a despejar las tinieblas que envuelven sus orígenes. Pese a ello, algunos, todavía hoy, permanecen bajo halos de leyenda, como aquella que se refiere al Rincón Malillo. Una difundida denominación que aquí parece nacer del mal estado de la muralla en aquel tramo. Tal era su deterioro, que el temor a desaparecer bajo los escombros llevó a los audaces vecinos que en 1622 habitaban este "rincón malillo de la muralla que sale al juego de pelota" a pedir cuentas a un Ayuntamiento que reiteradamente olvida sus responsabilidades en el mantenimiento de los muros patrios. Se disipan, así, los cuentos con final fatídico construidos sobre fanfarronadas de caballeros que se atrevieron a retar al Diablo en aquella encrucijada de calles del barrio de San Mateo. Si bien es verdad que la comunicación con el bullicioso Juego de Pelota, escenario recurrente para valentones y duelos de capa y espada, [véase nuestro artículo sobre el Juego de la Pelota] pudiera haber dado algún sangriento suceso que acabó abonando tan fantástica como evocadora leyenda. 

 Pero bajemos hasta la calle Por-vera. Muñoz y Gómez dice que este título proviene de su discurrir "por vera de la muralla". Una tesis que puede ser acreditada con la trascripción que Mesa Xinete realiza del repartimiento de tierras que Alfonso X hizo al Convento de Santo Domingo: "Otorgamos (…) el campo y huerta que es entre la Puerta de Sevilla y de la otra parte de la carrera que va a la par del muro de la villa" (Historia de Xerez, tomo II, p. 341). Sin embargo, en la documentación de los siglos XVI hasta mediados del XIX, esta calle es, sin excepción, nombrada como "calle de la Polvera". Sin más. Será a mediados del siglo XIX, cuando alguien consideró que "polvera" era la trascripción de una mala pronunciación de: "por vera del muro". Desde ese momento, la calle "de la Polvera" pasó a ser calle "Por-vera". Un cambio de denominación que, inexplicablemente, el archivero Muñoz intentará validar documentalmente y que se ha aceptado, hasta hoy, sin ningún tipo escrúpulo. 

 Como decimos, los documentos anteriores a esa fecha nombran a esta calle como "calle de la polvera". En esta expresión, la palabra "polvera" aparece siempre funcionando como sustantivo, lo que da a entender que se hace referencia a un objeto (la polvera) que había caracterizado o que era propio de esta calle. Esto, a menos que, en siglos, nadie hubiera pronunciado y escrito correctamente: "Por la vera del muro", pero sabemos que Jerez no fue tan analfabeta como para llegar a tanto. La pregunta es inmediata: ¿qué era 'la polvera'? Precisamente, son los documentos los que nos darán la respuesta. Dejemos que hablen. 

 Un acta capitular de 1543 recoge la petición de los albañiles y caleros de la ciudad para trasladar los almacenes de la madera y los lugares de producción y venta de cal a la zona de la Puerta Nueva. En ella se hace referencia a estos últimos lugares como "la polvera de la cal". Otra petición dirigida al Cabildo en ese mismo año solicitaba, a su vez, el traslado de los "porveros de cal", que estaban en las inmediaciones de la Puerta de Sevilla. Por tanto, "la polvera" que quebraba nuestras cabezas se trataba de depósitos y hornos de cal, tal y como hoy se usa en las famosas caleras de Morón. Como asimismo demuestran otros documentos de la época, estas "polveras de la cal" se habían situado en las entradas-salidas de la ciudad, donde habría un mejor acceso a estas mercancías y donde estas industrias se desarrollarían sin gran perjuicio de los vecinos.

 Fue, sin embargo, en el citado entorno de la Puerta de Sevilla donde la producción y venta de la cal se afianzó en el tiempo -o donde tuvo una mayor relevancia-, bautizando, así, tanto al lugar como a la calle que se estaba formando por entonces. Así lo comprobamos en el siguiente documento que nos informa cómo en 1613 el convento de Santo Domingo vendía una casa "que dicho convento tiene en la Polvera junto a la alcoba, que linda con la muralla de la ciudad". La escritura de esta compra-venta especifica el enclave de la casa, que estaba cercana a la Puerta de Sevilla, "en la collación de Santiago en la calle de la polvera junto a la azacaya nueva (surtidor público de agua)". O, también, "en la calle de la Victoria junto a la calera en linde con casa que fueron de Alonso de Melgarejo veinticuatro y bodegas de Antón Juares y por el lado derecho el Alcoba nueva y el muro". Este documento señala la continuidad de la producción de la cal en este lugar, habiendo dado nombre a la calle. Un nombre que acabó prevaleciendo, pese a que en aquellos años también se le llamaba indistintamente "de la Victoria", por el homónimo convento allí enclavado.

 Hay que hacer notar que esta zona trasera al convento de San Juan de Dios y a la capilla de San Juan de Letrán tuvo cierto carácter industrial en aquella época; allí se documentan, asimismo, varios hornos de pan, ya a principios del siglo XVIII. La producción de cal en esta zona continúa hasta finales del XVIII. Por entonces, la denominación de "hornos de cal" prevalecería sobre el de "polvera" o "polveros", un hecho que, no obstante, no impidió que el pueblo respetase el nombre que tenía esta calle desde el siglo XVI. Un respeto a la Historia que, en cambio, no tendrá la arrogancia de los que confeccionan la nomenclatura del callejero jerezano en tiempos posteriores.



Fuentes: 

Archivo Municipal. Actas Capitulares, año 1622, f. 642; año 1543, ff. 708v., 709v., 757. 

Arch. Protocolos Notariales, tomo 1186, f. 49-51v.; tomo 2247, f. 572v.; tomo 2964, s/f. 


Romero Bejarano, M.: "Arquitectura militar en Jerez durante el siglo XVI", Jerez, 2008, notas 129, 130, 131.


1 comentario:

Margarita Lozano dijo...

Me ha encantado. Efectivamente me he leído y requeteleído el trabajo de Agustín Muñoz, pero con los exámenes, aún no he tocado el de Manuel Romero que citas en bibliografía. Gracias por aclarar los errores tradicionales, en los que aún me encuentro