sábado, 26 de marzo de 2022

DE TROMPETAS A MINISTRILES.


La contratación, en torno a 1576, de la copia o compañía de ministriles dirigida por Juan de Saravia significó un colofón a un proceso con respecto a los músicos municipales que se inicia hacia los años 30 del siglo XVI. A partir de ese momento y hasta fines del siglo XVII el cabildo de Jerez va a tener en “nómina” y de manera continua a un conjunto de instrumentistas con un nivel de calidad interpretativa que hasta entonces, salvando un momento muy puntual, habían carecido.


Durante aquellos años, el ayuntamiento pasará a contar con un único trompeta a su servicio, tal y como había tenido desde principios del siglo XV, a pagar a entre tres y cuatro en los años centrales del Quinientos. Así, el 29 de mayo de 1548 se contrata a Juan de Madrid y a Juan Sánchez, los dos trompetas que faltaban “para sumar quatro trompetas”. Creo que no hay mejor explicación para este aumento de músicos municipales que la que ofrece el veinticuatro Nuño de Villavicencio en 1550. Villavicencio defendía ante sus compañeros regidores la necesidad de que el ayuntamiento contase con un número de cuatro de estos instrumentistas. Sus palabras hablan por sí solas: “no hay más que dos trompetas y que dos trompetas no hacen músyca, que la ciudad vea que se busque trompetas”. El argumento del regidor explicita, sin ambages, el creciente papel que la música polifónica estaba adquiriendo dentro del fasto o ceremonial público. Un fenómeno que el cabildo jerezano ejemplifica a la perfección.

Pero esta evolución no sólo se limitó al número de estos músicos, sino que también se materializa en el aspecto cualitativo, y más concretamente en relación al aspecto instrumental. En 1541, los regidores insisten en que los trompeteros municipales utilicen la trompeta bastarda. También denominada como española, esta era un tipo de trompeta de varas que se puede considerar antecedente del sacabuche, aunque todavía existen discusiones al respecto. Lo que sí se puede decir es que la trompeta bastarda poseía mayores posibilidades para interpretar piezas polifónicas. Por el contrario, los instrumentos que hasta entonces habían tañido los músicos municipales en la construcción del simbolismo sonoro de la oligarquía jerezana, las trompetas naturales o italianas, estaban más cerca del ámbito militar y de la representación heráldica que de la música ceremonial. Este cambio de instrumentos coge de improviso a los trompetas. Pero no había excusas para no dejar sus antiguas trompetas; el regidor Jerónimo Dávila anunciaba a sus compañeros de escaño “que por servir a la ciudad dará una trompeta que tiene bastarda para en que los trompetas se abezen a tañer”. En 1549, el ayuntamiento mandó comprar cuatro trompetas bastardas que costaron cada una cinco ducados.

El ofrecimiento de Dávila es asimismo interesante porque habla de la presencia de la música dentro de las casas de la nobleza local, una nobleza local que, como ya apunté en una entrada anterior, intenta imitar lo que se estaba poniendo en escena en las grandes casas nobiliarias de la España del momento. No parece casual, así, que el trompeta Juan Rodríguez sea testigo, en primero de julio de 1540, junto a otras grandes personalidades del momento, como el comendador Pedro Benavente Cabeza de Vaca, de la escritura de arras y dote de la hija del comendador Hernando de Padilla, María, la que sería madre del militar e intelectual Juan de Barahona y Padilla. ¿Sería llamado Rodríguez junto a sus compañeros a tañer sus trompetas en el convite de la boda? Es muy posible. Quizá, la pavana “O, voy” de Juan Román sonara en el patio de las casas principales de los Padilla frente a la iglesia de San Lucas.


Bibliografía 

Moreno Arana, Juan Antonio: "Música y poder municipal en Jerez de la Frontera. Siglos XVI-XVII",  Historia, Instituciones y Documentos, 46 (2018),  pp. 241-268. 

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