viernes, 25 de marzo de 2022

LOS MINISTRILES SE VAN DE FIESTA


Los ministriles jerezanos del Siglo de Oro, desde su cómoda posición de privilegio que les otorgaba el estar al servicio de los cabildos civil y eclesiástico de Jerez, contratan sus servicios con otras instituciones de la localidad o de su entorno. Sin estas actividades paralelas, este conjunto de instrumentistas hubiera tenido mucho más difícil el asentarse dignamente en la localidad. Jerez era, no obstante, un destino más favorable laboralmente que Sevilla, donde toda la intensa y abundante actividad ceremonial y festiva será monopolizada por los ministriles catedralicios, como bien ha demostrado Clara Bejarano Pellicer. Al menos, en la segunda mitad del XVI. Esto dio como resultado, como ya comenté, esa endogamia que se produce en el oficio de ministril en nuestra ciudad hasta bien pasada la mitad del siglo XVII.

Sin embargo, a no todos los ministriles que llegan a Jerez les colman las condiciones y las ofertas laborales que les ofrecía nuestra ciudad. Hablo del conjunto que contrata el ayuntamiento, juntamente con el cabildo colegial, en torno a 1549. Dirigido por el chirimía Diego López de Morales, la copia se descompone con la deserción del sacabuche Juan Bautista, quien toma el camino de Sevilla, convertida ya en El Dorado para estos profesionales. Ante este panorama, Diego López coge sus bártulos para buscar asimismo mejores horizontes laborales, apareciendo en la ciudad de Toledo. Sin embargo, ambos se asentarán como ministriles de la catedral de Sevilla, donde concluirán una larga vida dedicada a deleitar al público, a ornar la imagen de autoridad de sus patrones y a realzar el ceremonial religioso. Las facciones de López y Bautista quedaron inmortalizadas en los medallones del facistol de la Catedral de Sevilla realizado Bartolomé Morel en 1564.



Pero antes de su precipitada marcha, tuvieron tiempo de propagar la imagen de magnificencia del cabildo de Jerez más allá de las almenadas murallas de la ciudad. Y es que, en efecto, esos servicios ajenos a los contratados con la institución municipal se vieron, en una época en la que la emulación era enfermiza, como un modo de propaganda del propio ayuntamiento.

La primavera de 1549 fue intensa para Diego López y sus compañeros. Sus desplazamientos fuera de la ciudad se suceden uno detrás de otro. Así, en marzo, el comendador mosén Diego de Valera pide licencia al ayuntamiento para que los ministriles municipales pudiera salir para ir a su residencia en el Puerto de Santa María a amenizar “cierta fiesta”. Por su puesto el cabildo dio la licencia. Ya en abril fueron los propios “ministriles desta cibdad” los que solicitaban la venia para “vysytar a los señores de la comarca por no aver al presente en que servir”.

Quizá una de la piezas que saliesen de sus instrumentos de viento en estos saraos fuera “Propiñán de Melyor”, obra anónima perteneciente al “Cancionero de la Colombina”. El manuscrito está datado a principios del siglo XVI y según la reciente monografía de Lucía Fernández Gómez pudo ser compilado en el entorno de la “Corte musical” de los duques de Medina Sidonia, una de las más importantes del momento. No sería de extrañar que todos los “señores de la comarca” emulasen a la gran aristocracia presentándose ante sus invitados con los sonidos que adornaban su imagen de poder los Medina Sidonia.

https://www.youtube.com/watch?v=1Nd2GEXXsWU

Bibliografía 

Moreno Arana, Juan Antonio: "Música y poder municipal en Jerez de la Frontera. Siglos XVI-XVII",  Historia, Instituciones y Documentos, 46 (2018),  pp. 241-268. 

Bejarano Pellicer, Clara: Los Medina. Redes económicas y sociales en torno a una familia de músicos entre el Renacimiento y el Barroco, Sevilla, Diputación de Sevilla, 2019, pp. 29-30.

 




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