sábado, 26 de marzo de 2022

EL ESCENARIO SONORO DE UNA PROCLAMACIÓN REAL

En 21 de julio de 1454, Enrique IV es proclamado rey de Castilla. En seis de agosto, el duque de Medina Sidonia, don Juan de Guzmán, escribe al cabildo de Jerez informado de la muerte del rey don Juan y de los actos realizados en Sevilla para proclamar al nuevo monarca. En ellos, la música había tenido un remarcado papel. Jerez, en emulación con Sevilla, no podía quedarse atrás en esta escenificación de la adhesión a la Corona.




Dada su importancia, las actas capitulares describen y relacionan esta ceremonia, dando fe de su celebración. Un ritual que se mantendrá, en sus líneas generales, hasta bien entrados en siglo XIX. Así, leída públicamente la real orden de proclamación del nuevo rey, la corporación municipal, con sus mejores galas, se dirigía desde la plaza de San Dionis o de Escribanos (según la época) donde se encontraba el Cabildo hacia la iglesia Colegial, lugar que custodiaba el pendón de la ciudad. Desde allí, haciendo los actos protocolarios de rigor, que estaban arropado con el cántico del Te Deum, se dirigían al Real Alcázar para que su alcaide jurara al nuevo rey. Tras este acto de toma del recinto militar por el nuevo rey se hacia un recorrido por las calles principales o “maestras” de la Jerez del momento.
En 1454, no obstante, el pendón no estaba en manos de los canónigos de la Colegial sino que estaba custodiado por el alcaide del alcázar. El escribano de cabildo subraya que el acto de entrega del pendón y jura del alcaide se efectuó “tocando trompetas e atabales y otros sonidos de menestriles”.
En efecto, la documentación capitular afirma que el ayuntamiento contaba con efectivos musicales a su servicio desde al menos 1414. Los contratos que el ayuntamiento realiza con estos instrumentistas expresan un alto grado de profesionalización y el carácter de funcionario municipal de estos. En 1437, el portugués Alvar Gómez entra al servicio del cabildo por ser “buen trompeta”, con un salario anual de dos mil maravedíes, con la añadidura de doscientos maravedíes para “el alquiler de la casa en que more”. En 1484, se propone la contratación de un trompeta, “que es buen mucico […] y usa bien del oficio”. Con ello, el cabildo afirmaba que dispondría de “dos trompetas”, de manera que “saliese la cibdad lo más honrrada que ser pueda”. Como en otras ciudades de la Europa del Trescientos y el Cuatrocientos, se había asimilado la importancia de la construcción de un escenario sonoro o musical, ya fuera esta utilización debida por actos civiles o por los habituales rebatos militares que sufría por aquellos años una ciudad de frontera como la nuestra.
Volviendo a la proclamación de Enrique IV, hay que decir que tras el alzamiento del pendón en el alcázar, la comitiva local a caballo portando la insignia se dirige a la plaza de San Dionís para desde allí recorrer “las calles maestras desta cibdad por donde se acostumbra llevar el cuerpo del señor”, reforzando así con este ritual urbano la idea de la analogía entre el poder temporal y el poder celestial. Toda la ciudad irá jurando al nuevo rey bajo los sonidos de las “trompetas e atabales e otros ministriles”. Finalmente volverán al Alcázar para dejar alzado el pendón en la “torre blanca”.
Finalmente, la comitiva municipal partirá hacia la casa capitular para tomar la ropa de luto e iniciar las honras por el difunto rey don Juan en la iglesia mayor.

Bibliografía:

Moreno Arana, Juan Antonio: "Escenarios sonoros del poder municipal en España durante la Edad Moderna: el caso de Jerez de la Frontera".  Vinculos de Historia, 10 (2021), pp. 90-106. 



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